El viernes 14 de marzo, en el sitio de Perfil se publicó una columna de Jorge Fontevecchia titulada “Guinzburg y el humor”. En los últimos párrafos, el periodista se tomó ciertas “licencias” en el uso de las fuentes.
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En el trabajo “Sentido del humor”, Laura González G., estudiante de Psicología en la Universidad de Antioquia (Colombia), dice:
Observa Darwin que de la misma forma que nadie puede hacerse cosquillas a sí mismo, porque el lugar que vaya a ser estimulado ha de resultar desconocido, inesperado: «De igual modo, respecto a la mente, algo inesperado –una idea nueva o incongruente que rompa la cadena habitual del pensamiento– parece ser un factor de peso para la hilaridad».
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En su artículo, Fontevecchia utiliza casi las mismas palabras:
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En otro pasaje, González escribe:
Según Schopenhauer, la risa se produce ante la constatación de la «incongruencia entre el pensamiento y la realidad». […] Finalmente, el hecho de que reír resulte agradable y placentero es debido, según Schopenhauer, a que nos satisface el triunfo del conocimiento intuitivo sobre el pensamiento abstracto, porque aquél es la forma natural de conocimiento, inseparable de nuestro ser animal; nos agrada comprobar que el pensamiento es incapaz de hacerse cargo de todos los infinitos matices que presenta lo real: «Por consiguiente –escribe Schopenhauer–, ha de resultarnos grato ver de cuando en cuando cogida in infraganti y acusada de deficiente a la razón, ese domine severo, perpetuo y molesto. Por esto la risa está emparentada estrechamente con la alegría».
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Otra vez, las palabras de Fontevecchia coinciden en forma llamativa e incluso comete el mismo error al escribir “in infraganti”, lo que da mucho que pensar:
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En el trabajo de González también se lee:
Según Freud, “la esencia del humor consiste en que uno se ahorra los afectos que la respectiva situación hubiese provocado normalmente, eludiendo mediante un chiste la posibilidad de semejante despliegue emocional”.
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Por tercera vez, Fontevecchia es víctima de una funesta casualidad que lo lleva a citar lo mismo que González con palabras casi idénticas, calcadas. Dice el periodista:
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Un poco más adelante, Fontevecchia se “olvidó” de citar El sentido del humor: Manual de instrucciones, de Eduardo Jáuregui Narváez. En el capítulo 2 del libro (puede leerse un extracto aquí), se afirma:
Y la risa es, como suele decirse, contagiosa, incluso cuando no entendemos su causa. Es tan contagiosa, de hecho que se dan casos como el de 1962 en Tanganyka (ahora Tanzania) en el que se produjo una auténtica “epidemia” de la risa en toda la zona que afectó a miles de personas, especialmente entre las jóvenes adolescentes, que duró meses y llegó a forzar el cierre de escuelas.
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Fontevecchia, acaso inspirado por las mismas musas que Jáuregui, dice:
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Se trata, no cabe duda, de una extraña serie de casualidades, pero nos llamó la atención.
Se trata, no cabe duda, de una extraña serie de casualidades, pero nos llamó la atención.
4 comentarios:
Mirá en qué buen timing abandoné las huestes malditas...
¿Quién regula el plagio? Me encantaría que cuando estudiaba en Derecho de la información, además de hablar del caso Ponzzetti de Balbín, se hubiera expuesto más acerca de la legislación del plagio. Al final, te dan la ley de propiedad intelectual y no mucho más.
Periodismo independiente, sobre todo se independiza de sus fuentes...
Si, además de plagiar, plagiás un error del texto original, sos un pelotudo completo. Lo digo por "in infraganti". Señor Fuentevieja, lo pescamos in fraganti.
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