30.6.08

VERRUGA

No hay duda de que sus preocupaciones domésticas carecían de fundamento, pero, si usted tiene una horrible verruga en la nariz o en la frente, siempre creerá que nadie la ha tenido jamás y que en este mundo no hay otra ocupación que mirar la verruga de usted, reírse de ella y condenarlo por ello como si usted hubiese descubierto América.
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Tomado de la novela El idiota, de Fiodor Dostoievski.

27.6.08

LA MÚSICA QUE ESCUCHAN TODOS

Acaso The Ukelele Orchestra of Great Britain podría pensarse como una versión inglesa de Les Luthiers. En este video (perteneciente al DVD Anarchy in the Ukelele) hacen, a partir de una base armónica, un pasaje de Haendel y los temas “Fly me to the moon”, “Love story”, “Autumn leaves”, “Killing me softly with his song”, “Hotel California” y “I will survive”. Finalmente, todas las melodías se suman.
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Ya que hablamos de música y siempre nos interesan las relaciones un poco azarosas, dejamos también una versión de “La muerte del ángel” (de Astor Piazzolla) realizada por Pablo Ziegler y una versión de “La muerte del angelito” (de Marcelo Ferreira y Eugenio Inchausti) realizada por Hernán Ríos.
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23.6.08

LA MAQUINARIA DE LOS SUEÑOS

Hace algunas semanas (nos hemos atrasado un poco en la publicación), les preguntamos a algunas personas qué habían soñado la noche anterior. Aquí, cinco respuestas:
1.
Estábamos viajando por una ruta. Un amigo era el conductor y yo era la acompañante. El lugar: Puerto Madryn (no conozco ese lugar). Mi hijo, aún niño, iba con nosotros; estaba durmiendo en el asiento de atrás. Mi amigo y yo charlábamos. De repente, mi amigo tomó la ruta en bajada hacia el mar… Aceleró. La imagen parecía de una película, con autos cruzando precipicios y algo parecido a una caída libre a toda velocidad. Sin embargo, la imagen era bella, muy bella. Caímos al mar y transitamos por el agua sin que el coche se hundiera. Mi amigo me explicó que conocía el terreno y que se podía andar por ahí sin peligro. Andábamos por la orilla y por el mar. Mi hijo despertó. Le ofrecí agua. Mi amigo alzó un poco la cabeza para señalarme dónde se encontraba el agua; aprovechó el movimiento y me besó el cuello. Comencé a explicarle a mi hijo dónde estábamos. Él asentía complacido. Me dijo que le gustaba. Entonces, me desperté. Hacía mucho que no recordaba un sueño.
2.
Una vieja perra desfilaba por la ladera de un monte nevado. Lo extraño era que sonreía como una persona. Sus dientes eran los de un ser humano. La pobre perra no era de raza, pero sonreía con los dientes de un ser humano. ¡Cómo me sonreía!
3.
Soñé que mamá me comunicaba que nos íbamos a mudar a un departamento divino en una torre altísima que quedaba en Avenida de Mayo y San Benito de Palermo (¿?). El motivo para mudarnos era que en ese lugar había canchas de tenis.
4.
Mis padres volvían de viaje y mi madre me traía una billetera y una cartera blanca horrible (no sólo porque era blanca sino también porque la parte de adelante era transparente). A mi marido le traían un reloj (él no usa) y un libro artesanal sobre dinosaurios que terminaba encantándole. Yo le decía “parecés un nene” y él sonreía. Con él nos íbamos de viaje a algún lugar del Sur. Mi familia también venía. Yo estaba convencida de que nos íbamos a tomar un micro. De hecho, íbamos a una estación terminal, pero no había actividad ahí. Entonces, nos subimos a un auto. Mi hermano menor iba en el asiento del acompañante. Mi hermano mayor, mi marido, mi viejo y yo íbamos atrás. Mi madre estaba al volante. Primero, pasábamos por un camino repleto de nieve y con desniveles. Mi vieja aceleraba apropósito. Mi hermano menor y yo la retábamos. Después, pasábamos por un camino que estaba a la orilla del mar. Mi vieja hacía cualquier cosa, nos ponía en peligro y yo le decía que me iba a bajar, pero ella no detenía el auto. Mi marido salía como por arte de magia y corría al lado del auto. Yo repetía que me quería bajar, que no pensaba viajar con ella si iba a manejar así. Creo que, finalmente, detenía el auto.
5.
Soñé que Cristina Fernández de Kirchner venía a mi casa y, debajo del termotanque, nos fumábamos un porro. Ella tenía un suéter a cuadros negros y blancos y el flequillo despeinado. En el sueño, yo no tenía flequillo. Me parecía rarísimo que ella fuese “porrera”. De pronto, me di cuenta que tenia los ojos muy tristes y, entre pitada y pitada, me dijo: “Estoy agotada”. Juro que soñé esto y no inventé nada; es la primera vez que sueño con un presidente.

19.6.08

TRISTEZA NÃO TEM FIM

En esta entrada de Alt 1040 vimos la foto que sigue y, como es lógico, nos impactó:
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La imagen muestra un tornado que pasó el 10 de junio por Orchard (Iowa, Estados Unidos). A raíz de esto, vimos que en Flickr pueden verse muchas fotos de tornados (por ejemplo, ésta, ésta o ésta) y, además, hay grupos como Tornadoes UK.
A raíz de estas imágenes, uno de nosotros recordó algo que le había dicho un productor agropecuario tiempo atrás. El hombre tenía un campo en Corrientes que se había incendiado; el fuego había consumido todo en una noche. Al comentar eso, el hombre sentenció: “Fue lo más triste y lo más hermoso que vi en la vida”.

18.6.08

CRECIMIENTO EXPONENCIAL

Cualquiera, hasta hace poco, creía que la población de la Tierra era de algo más de 6 mil millones de personas. Igualmente se estimaba que esa cifra podía alcanzar los 9 mil millones en el año 2050.
Resulta que la revista Brando del mes de junio nos revela una verdad muy distinta:
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Nos preguntamos si habíamos vivido engañados –acaso para que no nos alarmase el nivel de superpoblación– o si, repentinamente, la cantidad de personas se ha multiplicado por mil.
Otra alternativa (mucho menos probable) sería que quienes se ocupan de la edición y corrección de la revista no conozcan ni chequeen el número de habitantes que tiene el planeta.

12.6.08

TOMÁ

Nos llamó la atención que, en sólo unos meses, parece haber tomado forma definitiva una práctica entre quienes tienen un blog: me voy de vacaciones y les dejo las llaves del blog a tales personas.
En mayo lo hizo Eblog y ahora lo ha hecho Cursos Para/lelos –sin lugar a dudas, en el último caso los resultados parecen ser bastante mejores que en el primero; como lo demuestra, por ejemplo, esta entrada–.
Ya nos están dando ganas de tomarnos unas vacaciones y dejarles la llave de este blog a otros.

9.6.08

RAPSODIA BOHEMIA

Hace unos días, hablamos del “índice Big Mac” como una irrefutable comprobación de que los economistas están majaretas. Quienes se ocupan del manejo y la fabricación de datos estadísticos pueden rozar el absurdo por momentos. George Bernard Shaw dijo alguna vez: “La estadística es una ciencia que demuestra que, si mi vecino tiene dos coches y yo no tengo ninguno, los dos tenemos uno”.
Esta entrada de El Criador de Gorilas nos hizo recordar la existencia del “bohemian index” (índice de bohemios).
El índice busca captar, en determinadas zonas urbanas, la concentración de artistas –en el sentido amplio del término– o de personas que, si bien tienen un alto nivel de estudios (académicos y no académicos), no están interesadas en ganar muchísimo dinero (pensemos en alguien que ha estudiado Letras o Sociología y tiene una buena biblioteca, pero se contenta con un sueldo de profesor; alguien que ha estudiado Economía, sin tener una gran biblioteca, seguramente gane más y se muestre más dispuesto a conseguir mejores sueldos).
Para medir este índice, se considera la relación entre el nivel de estudios y los ingresos. Si el nivel de estudios es alto en una zona donde los ingresos no son los que supuestamente corresponderían a ese nivel de estudios (digamos: una zona donde hay muchos egresados de la universidad que ganan menos de $ 1.200), se considera que el nivel de “bohemia” o de “bohemios” en la zona es alto.
El profesor Richard Florida afirma que, si se cruza este índice con el “gay index” y el “diversity index” (¡!), se puede ver el grado de creatividad y de tolerancia/diversidad que hay en un espacio determinado, puntos que, para él, empujan la innovación y el desarrollo económico (Florida toma la creatividad como un factor decisivo en la economía actual).
En fin… Está claro que quienes se dedican a las estadísticas están majaretas.

6.6.08

LA ENTREVISTA Y LA TRANSCRIPCIÓN

El problema de la trascripción en las entrevistas, el problema mismo de las entrevistas como género es lo que este volumen de reportajes del Paris Review pone a la vista en forma reveladora y didáctica […] Ya lo decía Roland Barthes, la transcripción hace perder la inocencia del diálogo, es como un “aseo del muerto”, lo encapsula todo en parlamentos que sólo tienen una gestualidad teatral; aleja el cuerpo del entrevistador. Para colmo, después vendrá, si viene, el editing de parte de itermediarios varios y responsables últimos de la publicación. Toda una cadena de lecturas en desplazamiento destinada a crear una segunda naturaleza. Lo mismo que en literatura. Siento muy estimulante que sea así, que, gracias a que los escritores pasan a ser realidades virtuales, la entrevista como género también tenga derecho a ser un ejercicio no representativo.
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Héctor Libertella, en el prólogo a Confesiones de escritores (Los reportajes de The Paris Review), Narradores 3, Buenos Aires, El Ateneo, 1998.
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La grabadora ha estupidizado el arte de la conversación. Incluso se utiliza la palabra “desgrabar” para referirse a transcribir la cinta de una entrevista. El reportero generalmente piensa que la grabadora es inteligente y que va a hacer su trabajo. Entonces, se pone en piloto automáticco y se olvida de lo que está oyendo. En cambio, un reportero alerta, que sabe cuáles son las limitaciones de la grabadora, puede servirse de ella […] En el buen sentido, una entrevista debe funcionar como una pequeña pieza de teatro donde tú tienes que colocar las cosas como van a ser leídas, no como fueron expresadas […] El ritmo, la entonación, lo que sintetizas, el orden son responsabilidad del periodista.
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Juan Villoro, entrevistado por Ariana Dolores Juárez, en Comunicación verbal, de Celinda Fournier Marcos, Madrid, Editorial Thomson, 2004.

5.6.08

EN EL AIRE

Según se dice, alrededor de 1870 había en Estados Unidos un arduo debate entre los fanáticos de los caballos de carrera: unos decían que estos animales llegaban a tener las cuatro patas en el aire al correr y otros lo negaban.
Para dirimir la cuestión, parece que le encargaron al fotógrafo inglés Eadweard Muybridge (afincado en California) que tomara fotos de un caballo en plena carrera. Luego de algunos intentos fallidos, Muybridge demostró que, durante un momento, los caballos quedaban en el aire al galopar.
Esta prueba implicó una muy importante evolución en la fotografía (entre otras cosas, se logró un tiempo de exposición récord) y sirvió para que, poco después, el fotógrafo diera forma al zoopraxiscopio, uno de los antecedentes del cine. Este aparato se basaba en discos giratorios de cristal a través de los cuales pasaba la luz que se proyectaba en una pantalla.
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1. Serie de fotos Caballo en movimiento, de Eadweard Muybridge (en wikipedia puede verse un gif animado a partir de estas doce fotos).

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2. Zoopraxiscopio.

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3. Discos del zoopraxiscopio.
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En la sede de LucasFilm, puede verse esta extraña escultura en homenaje a Eadweard Muybridge.

3.6.08

MUSEO DE GRANDES NOVEDADES

Durante los últimos días, les preguntamos a algunas personas cuál era el primer museo al que habían ido y qué recuerdos tenían de aquella visita.
1.
Fui al Museo de la Patagonia a los seis años, cuando me mudé con mis padres a Bariloche. Lo primero que recuerdo son los troncos petrificados de la entrada y un diorama que no volví a ver porque creo que me desilusionaría: sobre un fondo celeste, entre musgos que yo creía reales, una serie de aves del sur (pingüinos, chimangos, cormoranes) husmeaba el suelo. No importa si había un lobo marino o lo inventé. Me pareció que esa escena podía salir en cualquier momento del vidrio. Mis padres trataron de explicarme los rudimentos de la taxidermia, pero abortaron la idea al ver mi cara de espanto.
2.
No recuerdo cuándo visité un museo por primera vez. Sé que, en mi niñez, visité el Museo Nacional de Bellas Artes con mis compañeritos de colegio. Recuerdo que me perdí en un pasillo en el que había enormes cuadros desde los que me miraban enormes caras. En esa época (fines de los ‘80), el museo no estaba muy bien iluminado, con lo cual las salas parecían un callejón sin salida y daba igual si de las paredes colgaban cuadros o costillares de vaca. Por suerte, me rescató de ese infierno una dulce profesora. Desafortunadamente, he olvidado su nombre.
3.
El primer museo que visité fue uno de ciencias naturales. No sé si fue el de Parque Centenario o el de La Plata. Recuerdo las salas con grandes dinosaurios, piedras extrañas, algo de misterio y solemnidad, muñecos que imitaban a hombres prehistóricos en diferentes actitudes… Cosas raras.
4.
Mi papá es artista. En el sótano de casa tenía su taller y trabajaba ahí todo el día. Nuestra casa, entre sus obras y las que coleccionaba, parecía un museo. De hecho, muchos amiguitos tenían miedo de venir a casa por las esculturas y los cuadros. No sé cuál fue el primer museo que visité porque siempre fui a museos y galerías. Recuerdo escenas en las que me escapaba y caminaba entre las piernas de los invitados a los cocktails (sobre todo, en la galería de Ruth Benzacar, donde conocía las puertas secretas que llevaban a los vasos de Coca-Cola y donde Malena me daba una hoja para dibujar cuando me aburría). El primer museo que recuerdo haber visitado sola y a consciencia, ya grande, fue la Tate, en Londres. Tenía catorce años y me enamoré de William Turner; especialmente, de un cuadro que se llama Ulysses Deriding Polyphemus - Homer's Odyssey. Lo vi ese día y al día siguiente volví y me quedé mirándolo durante dos horas. Nunca me había pasado algo así con un cuadro, nunca había sentido esa emoción primitiva de mirar algo y emocionarme como si lo hubiese estado extrañando toda mi vida. Ahí aprendí que el arte a veces puede remendar lo desdoblado hace años, el humano, la persona.
5.
Por razones laborales, mi familia vivió en Alemania entre 1983 y 1985, lo que me permitió recorrer –aunque de mala gana– los principales museos de Europa siendo un crío de apenas tres o cuatro años. Me es imposible decir cuál fue el primero que visité, pero puedo compartir una anécdota de aquellos años. Al parecer, yo había quedado encantado con el museo de Versalles, en París. Sobre todo, me había impresionado la figura de Luis XIV, no sólo porque él había sido el “rey sol” sino también porque había pasado buena parte de su vida sobre zapatos de tacos altos para disimular su baja estatura. Días después de visitar Versalles, llegó el turno del castillo de Blois. Por alguna razón, la grandiosidad del lugar me recordó a Luis XIV y, en cuanto ingresamos al palacio, decidí homenajearlo. “¡Yo soy el Rey Petiso!”, parece que grité, rompiendo el silencio del lugar.
6.
Diría, con un poco de miedo a equivocarme, que la primera visita debe haber sido a manos del colegio, cuando fuimos al Museo Histórico Sarmiento, que queda en la calle Juramento. Mi recuerdo está lleno de ruidos y olores típicos del colegio: el griterío, las bolsitas llenas de caramelos y chupetines que comprábamos para llevar, el miedo a haber olvidado la autorización y la plata para el paseo. Me acuerdo de que era un día de mucho frío y perdí un guante azul (en mi colegio, todo era estrictamente azul) en el trayecto.
7.
Si mal no recuerdo, el primer museo que pisé fue el Museo de Ciencias Naturales que queda en la calle Ángel Gallardo. Fui con la escuela y, luego, les pedí a mis padres que me llevaran nuevamente al lugar, tan deslumbrado quedé. Me acuerdo de que, cuando fui con mis padres –no solía hacer salidas de ese tipo con ellos–, les pedí que me compraran unas mariposas que estaban pinchadas sobre unos pedazos de telgopor. Sé perfectamente en qué cajón tuve guardadas esas mariposas durante varios años.

1.6.08

UN MUNDO DE ETIQUETAS

Cualquiera que haya pasado unas horas en Flickr intuye que casi todas las palabras que busque tendrán una imagen allí, desde “omnívoro” hasta “limpiaparabrisas” pasando por “abyección” (sólo se halla una foto), “finisecular”, “ahorrista”, “cautivante”, “aluvión”, “mirilla”, “decimonónico” y “otorrinolaringología”.
¿Alguien conoce una palabra que no arroje ningún enlace en Flickr o, menos posibilidades aún, en Google?
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La foto que incluimos la tomamos de aquí y apareció primera cuando realizamos en Flickr una búsqueda con la palabra “dios”.