Me acuerdo de que, cuando hice la aventura de La vida del Che con mi hijo Enrique, yo dejé un cuadro en blanco porque tenía que pegarle la partida de nacimiento del Che y no me llegó a tiempo. Todo el mundo creyó ver en eso una genialidad de mi parte. También recuerdo que, sobre un dibujo a color, me quedó descuidadamente una parte blanca y un crítico descubrió ahí el ombligo del mundo. Siempre piensan en cosas que no existen, siempre andan rondando la pavada.
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Alberto Breccia, en el video Breccia por cuatro, realizado en 1988.
En las imágenes, un retrato de Breccia y una viñeta en la que aparece Mort Cinder (“en cuanto al rostro del anticuario”, ha dicho el dibujante, “es obvio: es mi propio rostro”).
2 comentarios:
Uh, me encantan estas cosas; siempre creo que los críticos e intelectuales le ponen más peso a las cosas del que los artistas realmente pretendieron. ¿Tan difícil será abrazar la belleza de lo simple?
Blue:
Gracias por tu comentario.
Ésta es una cuestión muy debatida y da para largo.
Nosotros creemos que, por un lado, está lo que decís, pero también pensamos que muchas veces pueden verse en una obra cosas que su autor no buscó conscientemente.
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