17.5.08

COSAS SUCIAS

Son famosas las cartas de James Joyce a su compañera y luego esposa Nora Barnacle, a quien conoció en 1904, cuando ella era sirvienta en un hotel. Nos parece interesante citar un fragmento en el que se exhibe el alto voltaje erótico –por momentos, cercano a la inmundicia– que la pluma de Joyce destilaba en esos escritos. Señora, si va a continuar leyendo, tápeles las orejas a los niños.
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Te habrán impresionado las cosas sucias que te escribo. Quizás pienses que mi amor es una cosa sucia. Lo es, querida, en algunos momentos. Te sueño a veces en posiciones obscenas. Imagino cosas muy sucias, que no escribiré hasta que vea qué es lo que tú me escribes. Los más insignificantes detalles me producen una gran erección. Un movimiento lascivo de tu boca, una manchita color castaño en la parte de atrás de tus bragas, una palabra obscena pronunciada en un murmullo de tus labios húmedos, un ruido sin recato, repentino, de tu trasero y entonces asciende un feo olor por tus espaldas. En algunos momentos me siento loco, con ganas de hacerlo de alguna forma sucia, sentir tus lujuriosos labios ardientes, chupándome, follar entre tus dos senos coronados de rosa, en tu cara y derramarme en tus mejillas ardientes y en tus ojos, conseguir la erección frotándome contra tus nalgas y poseerte sodomíticamente.
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Fragmento de la carta del 6 de diciembre de 1909.
Unas líneas más abajo, Joyce le dice a Nora: “¿Cómo es posible que, sobre esta tierra de Dios, ames a una cosa como yo?”.
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(En la foto, Nora Barnacle retratada por Berenice Abbott.)

3 comentarios:

Memphis Blues dijo...

No cabe duda de que el monólogo interior de Joyce era muy amplio

animalia dijo...

No cabe duda, Memphis Blues. Luego de leer las cartas a Nora, dan ganas de revisar el famoso monólogo de Molly Bloom.
Gracias por tu comentario.
No conocíamos tu blog, que nos ha parecido, a primera vista, muy interesante. Luego lo exploraremos con más detenimiento.

Martín dijo...

¡Vamos, Jaimito!