1.4.08

PASEO INMORAL

En 1974, el estadounidense Jerry B. Harvey (doctor en Psicología Social) publicó un artículo titulado “The Abilene Paradox: The Management of Agreement”. Harvey había encontrado una paradoja a partir de una experiencia concreta.
Un domingo de julio, con una temperatura de más de 40 grados, él se encontraba tomando limonada y jugando al dominó con sus suegros y su esposa. A pesar del calor sofocante, la tarde era digerible y hasta podía resultar placentera. Su suegro propuso un viaje hasta la ciudad de Abilene, situada a 85 kilómetros de Coleman, donde se hallaban. La idea no le gustó a Harvey, pero no quiso expresarlo y, como su esposa se mostró entusiasmada, manifestó un falso interés. La suegra también afirmó que le gustaba la propuesta.
Después de más de 4 horas, estaban otra vez en Coleman. Él dijo, aunque no lo pensaba, que había sido un lindo paseo. Sobrevino un silencio incómodo. Finalmente, su suegra manifestó, irritada, que no le había gustado mucho el viaje y que hubiese preferido quedarse, aunque había ido porque los otros tres querían hacerlo. Entonces, Harvey, por un lado, y su mujer, por otro, afirmaron que ellos tampoco habían sentido interés por el viaje, pero no habían querido oponerse al entusiasmo de los demás. El suegro dijo que él había propuesto el paseo únicamente porque había creído que los otros tres se estaban aburriendo. No tenía, en realidad, ganas de hacer el viaje.
A raíz de esta graciosa anécdota, el autor quería demostrar que algunas decisiones grupales van en contra de los intereses individuales de todo el grupo. Las presiones del contexto y la reticencia a objetar una decisión que parece mayoritaria conducen a lo que Harvey llamó “la paradoja de Abilene”.
Actualmente, esta noción se utiliza mucho para evaluar el trabajo en grupo dentro de las corporaciones (sobre todo, en el modelo toyotista).

3 comentarios:

flor dijo...

¡Qué novedad! Por algo nunca me gustó el trabajo en grupo. Nunca pude trabajar bien así. Supongo que a veces mi personalidad es demasiado fuerte para eso. Me gusta controlar qué es lo que se hace y qué no y termino concentrando toda la responsabilidad. El trabajo en grupo no me gusta, entre otras cosas, porque va en contra de los intereses individuales de todo el grupo (y no en un sentido frívolo).
Hoy como periodista freelance, he entendido el laburo en grupo de otra manera, cada parte es fundamental para que el resultado sea óptimo aunque a veces desde afuera se vea como algo solitario. Si el texto no está bien, es difícil que el editor pueda lidiar con él. Si el texto está bien pero mal editado es difícil que el corrector pueda trabajar bien. Si las fotos no van con la nota hay problemas. Si el productor te pasa mal un dato, digamos, una dirección, lo mismo ocurre. Y es difícil porque en periodismo hay muchas cuestiones personales en juego. Uno es lo que escribe.

Anónimo dijo...

Los editores periodísticos deben administrar -¡con todo lo que eso significa!- el talento de los periodistas. Un fotógrafo debe lidiar con los caprichos de los fotografiados. El ejecutivo de cuentas debe satisfacer tanto a sus jefes como a las empresas que pautan en el medio. El corrector debe entenderse bien con el editor puesto que, en general, aquel no tiene contacto directo con los periodistas y éste sí. El director editorial, en algunos casos, brilla por su ausencia, pero él es el encargado de tener una vista panorámica del asunto. El coordinador periodístico es el dínamo y debe lograr que todas las partes funcionen de manera armónica. El imprentero siempre anda con el culo a dos manos: es el encargado de llegar a tiempo con la revista o el diario impresos. El entrevistado debe contestar las preguntas que le hace el periodista, quien habló previamente con el editor y éste, quizá, habló previamente con el director editorial. Un filtro de filtros de filtros. Me estoy mareando. Eso es un medio gráfico. Un mareo en el que uno no puede marearse. Al lado de una publicación periodística, la paradoja de Abilene es un poroto.

flor dijo...

Yeap, E!, pero me fue imposible no relacionarlas por esto de que se trabaja en grupo de una manera rara y es un poco más sana (y más insana) que en otros grupos. El culo a dos manos te delata.