16.4.08

EL PROVECHO DE LO ALEATORIO

La “paradoja de Parrondo” nació en 1999. El físico español Juan Manuel Rodríguez Parrondo, un estudioso de los modelos estocásticos (modelos en los que al menos una variable es aleatoria), ideó dos juegos de azar en los que se utilizan monedas trucadas; si alguien juega uno de ellos, pierde, pero, si juega los dos alternadamente, gana (de allí la paradoja: al combinarse dos elementos que dan pérdida, generan un beneficio).
Con esos juegos, el científico “traducía” –así lo expresó él– el movimiento de ciertas partículas que logran sacar provecho de la aleatoriedad durante el transporte de proteínas en la célula.
En una entrevista publicada en El País (muy recomendable), Parrondo recuerda: “Me di cuenta de que, en estos ratchets, las partículas oscilan entre dos estados; en cada uno de ellos la partícula va, digamos, hacia la derecha, pero, cuando oscila entre los dos estados, se invierte la tendencia y la partícula va hacia la izquierda. Y dices: ‘¡Hombre, qué curioso, tienes dos cosas que, cuando se combinan, hacen lo contrario que solas!’. Yo traduje eso a un lenguaje de juegos de azar”.
Esta paradoja suscitó mucho interés y se estudia su aplicación en diversos campos (más que nada, en economía), aunque parece difícil hallar una situación “real” en la que pueda darse. Incluso los más optimistas (el físico Sergei Maslov, por ejemplo, ha tratado de demostrar que alguien puede beneficiarse invirtiendo en dos bolsas de valores en baja) aceptan que la complejidad de este experimento lo hace muy difícil de aplicar.
Lo que más nos interesa de esta paradoja es el hecho de que se pueden generar beneficios mediante la combinación de dos elementos que tienden al perjuicio, aunque esto sólo se dé ante variables de lo más particulares.
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En la foto, Juan Manuel Rodríguez Parrondo.

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