
El índice busca captar, en determinadas zonas urbanas, la concentración de artistas –en el sentido amplio del término– o de personas que, si bien tienen un alto nivel de estudios (académicos y no académicos), no están interesadas en ganar muchísimo dinero (pensemos en alguien que ha estudiado Letras o Sociología y tiene una buena biblioteca, pero se contenta con un sueldo de profesor; alguien que ha estudiado Economía, sin tener una gran biblioteca, seguramente gane más y se muestre más dispuesto a conseguir mejores sueldos).
Para medir este índice, se considera la relación entre el nivel de estudios y los ingresos. Si el nivel de estudios es alto en una zona donde los ingresos no son los que supuestamente corresponderían a ese nivel de estudios (digamos: una zona donde hay muchos egresados de la universidad que ganan menos de $ 1.200), se considera que el nivel de “bohemia” o de “bohemios” en la zona es alto.
El profesor Richard Florida afirma que, si se cruza este índice con el “gay index” y el “diversity index” (¡!), se puede ver el grado de creatividad y de tolerancia/diversidad que hay en un espacio determinado, puntos que, para él, empujan la innovación y el desarrollo económico (Florida toma la creatividad como un factor decisivo en la economía actual).
En fin… Está claro que quienes se dedican a las estadísticas están majaretas.
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