Hace algunas semanas (nos hemos atrasado un poco en la publicación), les preguntamos a algunas personas qué habían soñado la noche anterior. Aquí, cinco respuestas:
1.
Estábamos viajando por una ruta. Un amigo era el conductor y yo era la acompañante. El lugar: Puerto Madryn (no conozco ese lugar). Mi hijo, aún niño, iba con nosotros; estaba durmiendo en el asiento de atrás. Mi amigo y yo charlábamos. De repente, mi amigo tomó la ruta en bajada hacia el mar… Aceleró. La imagen parecía de una película, con autos cruzando precipicios y algo parecido a una caída libre a toda velocidad. Sin embargo, la imagen era bella, muy bella. Caímos al mar y transitamos por el agua sin que el coche se hundiera. Mi amigo me explicó que conocía el terreno y que se podía andar por ahí sin peligro. Andábamos por la orilla y por el mar. Mi hijo despertó. Le ofrecí agua. Mi amigo alzó un poco la cabeza para señalarme dónde se encontraba el agua; aprovechó el movimiento y me besó el cuello. Comencé a explicarle a mi hijo dónde estábamos. Él asentía complacido. Me dijo que le gustaba. Entonces, me desperté. Hacía mucho que no recordaba un sueño.
2.
Una vieja perra desfilaba por la ladera de un monte nevado. Lo extraño era que sonreía como una persona. Sus dientes eran los de un ser humano. La pobre perra no era de raza, pero sonreía con los dientes de un ser humano. ¡Cómo me sonreía!
3.
Soñé que mamá me comunicaba que nos íbamos a mudar a un departamento divino en una torre altísima que quedaba en Avenida de Mayo y San Benito de Palermo (¿?). El motivo para mudarnos era que en ese lugar había canchas de tenis.
4.
Mis padres volvían de viaje y mi madre me traía una billetera y una cartera blanca horrible (no sólo porque era blanca sino también porque la parte de adelante era transparente). A mi marido le traían un reloj (él no usa) y un libro artesanal sobre dinosaurios que terminaba encantándole. Yo le decía “parecés un nene” y él sonreía. Con él nos íbamos de viaje a algún lugar del Sur. Mi familia también venía. Yo estaba convencida de que nos íbamos a tomar un micro. De hecho, íbamos a una estación terminal, pero no había actividad ahí. Entonces, nos subimos a un auto. Mi hermano menor iba en el asiento del acompañante. Mi hermano mayor, mi marido, mi viejo y yo íbamos atrás. Mi madre estaba al volante. Primero, pasábamos por un camino repleto de nieve y con desniveles. Mi vieja aceleraba apropósito. Mi hermano menor y yo la retábamos. Después, pasábamos por un camino que estaba a la orilla del mar. Mi vieja hacía cualquier cosa, nos ponía en peligro y yo le decía que me iba a bajar, pero ella no detenía el auto. Mi marido salía como por arte de magia y corría al lado del auto. Yo repetía que me quería bajar, que no pensaba viajar con ella si iba a manejar así. Creo que, finalmente, detenía el auto.
5.
Soñé que Cristina Fernández de Kirchner venía a mi casa y, debajo del termotanque, nos fumábamos un porro. Ella tenía un suéter a cuadros negros y blancos y el flequillo despeinado. En el sueño, yo no tenía flequillo. Me parecía rarísimo que ella fuese “porrera”. De pronto, me di cuenta que tenia los ojos muy tristes y, entre pitada y pitada, me dijo: “Estoy agotada”. Juro que soñé esto y no inventé nada; es la primera vez que sueño con un presidente.
Estábamos viajando por una ruta. Un amigo era el conductor y yo era la acompañante. El lugar: Puerto Madryn (no conozco ese lugar). Mi hijo, aún niño, iba con nosotros; estaba durmiendo en el asiento de atrás. Mi amigo y yo charlábamos. De repente, mi amigo tomó la ruta en bajada hacia el mar… Aceleró. La imagen parecía de una película, con autos cruzando precipicios y algo parecido a una caída libre a toda velocidad. Sin embargo, la imagen era bella, muy bella. Caímos al mar y transitamos por el agua sin que el coche se hundiera. Mi amigo me explicó que conocía el terreno y que se podía andar por ahí sin peligro. Andábamos por la orilla y por el mar. Mi hijo despertó. Le ofrecí agua. Mi amigo alzó un poco la cabeza para señalarme dónde se encontraba el agua; aprovechó el movimiento y me besó el cuello. Comencé a explicarle a mi hijo dónde estábamos. Él asentía complacido. Me dijo que le gustaba. Entonces, me desperté. Hacía mucho que no recordaba un sueño.
2.
Una vieja perra desfilaba por la ladera de un monte nevado. Lo extraño era que sonreía como una persona. Sus dientes eran los de un ser humano. La pobre perra no era de raza, pero sonreía con los dientes de un ser humano. ¡Cómo me sonreía!
3.
Soñé que mamá me comunicaba que nos íbamos a mudar a un departamento divino en una torre altísima que quedaba en Avenida de Mayo y San Benito de Palermo (¿?). El motivo para mudarnos era que en ese lugar había canchas de tenis.
4.
Mis padres volvían de viaje y mi madre me traía una billetera y una cartera blanca horrible (no sólo porque era blanca sino también porque la parte de adelante era transparente). A mi marido le traían un reloj (él no usa) y un libro artesanal sobre dinosaurios que terminaba encantándole. Yo le decía “parecés un nene” y él sonreía. Con él nos íbamos de viaje a algún lugar del Sur. Mi familia también venía. Yo estaba convencida de que nos íbamos a tomar un micro. De hecho, íbamos a una estación terminal, pero no había actividad ahí. Entonces, nos subimos a un auto. Mi hermano menor iba en el asiento del acompañante. Mi hermano mayor, mi marido, mi viejo y yo íbamos atrás. Mi madre estaba al volante. Primero, pasábamos por un camino repleto de nieve y con desniveles. Mi vieja aceleraba apropósito. Mi hermano menor y yo la retábamos. Después, pasábamos por un camino que estaba a la orilla del mar. Mi vieja hacía cualquier cosa, nos ponía en peligro y yo le decía que me iba a bajar, pero ella no detenía el auto. Mi marido salía como por arte de magia y corría al lado del auto. Yo repetía que me quería bajar, que no pensaba viajar con ella si iba a manejar así. Creo que, finalmente, detenía el auto.
5.
Soñé que Cristina Fernández de Kirchner venía a mi casa y, debajo del termotanque, nos fumábamos un porro. Ella tenía un suéter a cuadros negros y blancos y el flequillo despeinado. En el sueño, yo no tenía flequillo. Me parecía rarísimo que ella fuese “porrera”. De pronto, me di cuenta que tenia los ojos muy tristes y, entre pitada y pitada, me dijo: “Estoy agotada”. Juro que soñé esto y no inventé nada; es la primera vez que sueño con un presidente.
2 comentarios:
freud se haría un banquete. sí, sí.
Y Platón, seguramente, se haría EL banquete.
Gracias, Sibila, por el comentario.
Por cierto, llama la atención el parecido de algunos sueños.
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